Según las crónicas, Felipe II en persona eligió estos parajes para construir un monumento «que revelase su poder y su grandeza a los siglos venideros», debido a la gran abundancia de aguas, fertilidad y frescura del terreno, buena calidad de la piedra berroqueña o de granito, y proximidad a buenos y abundantes pinares para madera de construcción» (Valsaín, Guadarrama, Pinares Llanos, El Quejigar y Navaluenga). Comencemos nuestra ruta para adentrarnos en este maravilloso entorno natural que cautivó al monarca.
(1) Abandonamos La Lonja a través de los Arcos de la Compaña, giramos a la derecha entre el parque Carrero Blanco y la Universidad Mª Cristina, (junto a la verja del parque podremos ver uno de los magníficos ejemplares de sabina de Virginia que hay en su interior) y ascendemos por la avenida Conde de Aranda hasta alcanzar…
(2) …el Arca del Romeral, (a pie de la presa del mismo nombre) que recogía las aguas canalizadas procedentes de las Arcas de la Merinera y de El Helechal. El dique de la Presa de El Romeral, construida por Juan de Villanueva en el siglo XVIII, sufrió una rotura en el invierno de 1944, simultáneamente a la Presa del Batán.
Al costado de la presa arrancan tres escalones de donde surge el camino que va ascendiendo (rodeados de jara pringosa y jara estepa) y después se va separando poco a poco de la alambrada, siempre de subida, paralelamente al Arroyo del Romeral yendo a dar a una puerta gris con muelle: en este punto nos cruzamos con la ruta del Cordel del Valle. Continúa ascendiendo frente a la puerta hasta alcanzar la carretera. Este camino sigue entre un pinar de pino negral, especie predominante en la zona, junto con el enebro de la miera, cantueso, botonera…. No hay que desviarse a la izquierda, confundido por las flechas de madera que señalan la ruta del Arboreto.
(3) Una vez en la carretera, justo en frente, comienza el Camino de los Gallegos. Veremos estupendos ejemplares de pinsapo y melojo. A lo largo de este camino tendrá una maravillosa vista de las crestas del Monte Abantos, cuyos numerosos desprendimientos dieron nombre en el pasado al Arroyo del Cascajal, en la actualidad del Romeral. Encontramos pies de arce de Montpellier, encina, quejigo, roble albar, cerezo… rodeados de piorno y retama negra (cuyas legumbres maduran antes que las del piorno).
A unos 300 metros a la derecha, por la carretera, está la Fuente de La Concha, en cuyo entorno podremos localizar especies como el abeto, castaño, arce, guillomo, sauce cabruno, abedul, mimbrera, almendro, bardaguera, fresno, chopo, cedro y peral asilvestrado.
Al continuar nuestra ascensión nos topamos con numerosos y magníficos ejemplares de alerce y haya procedente de las repoblaciones que realizaron alumnos de la Escuela de Ingenieros de Montes, hasta su traslado a Madrid en 1914. También brezo de escobas y enebro común. De porte herbáceo les acompaña la bella peonía. Todo ello junto con la especie predominante al ascender en altitud, el pino silvestre. Poco antes de abandonar el Camino de los Gallegos, a su derecha, está la Fuente del Trampalón.
(4) Este camino nos llevará directamente a los prados que hay al pie del Puerto de Malagón. Llegamos a la pista asfaltada que asciende hasta este collado. En el claro del monte podrá ver sobre la copa de algún pino los bolsones —nidos de invierno—, tejidos en seda blanca por una temible oruga: la procesionaria del pino. Tras comer por completo las acículas del pino sobre el que se encuentran y en los primeros días cálidos de la primavera, las orugas abandonan el pino en procesión para buscar un lugar adecuado bajo tierra donde se transformarán en mariposas.
Llegamos al Puerto de Malagón (1.536 m). A la derecha continua la pista hacia Peguerinos y el Puerto de Los Leones. Frente a nosotros, el Embalse del Tobar que suministra agua a San Lorenzo a través de un túnel que atraviesa la montaña. Una vez en él, cruzamos el Paso Finlandés y giramos por una pista ancha que sale a la izquierda.
En las laderas soleadas se mantiene el pinar procedente de repoblación, mientras que en el resto predomina el piornal formado por piorno serrano y cambroño. Sobre la primera especie podrá observar unas pequeñas masas de espuma; en su interior se protegen de sus depredadores y de la deshidratación unas diminutas cigarras. Son insectos pertenecientes a la familia de las espumadoras.
Mientras continua su ascensión podrá observar, sobre la senda, pequeñas rocas blanquecinas procedentes de un afloramiento de mármol que surge en medio del gneis predominante en esta zona. La seguimos hasta alcanzar, a mano derecha, una fuente-abrevadero…
(5) …y las praderas que dan origen al Arroyo del Hornillo (es el valle paralelo al de la presa y arroyo del Tobar). No hay camino marcado pero no tiene perdida pues solo hay que seguir el cauce que nos conduce directo al pinar. Una vez aquí tomamos un camino paralelo al arroyo, entre pinos, que van a dar a una pista forestal: la recorremos durante unos metros hasta que se separa del cauce, que cruzamos. En este punto, se deja de avanzar de forma paralela al arroyo y avanzamos por la ladera, sin perder altura, siguiendo los muros paralelos al arroyo.
De nuevo volvemos al arroyo a través de una «calle» con bastante pendiente, donde coincidimos otra vez con el pinar y con un pequeño grupo de chopos. El camino vuelve a surgir por el margen izquierdo.
(6) De aquí a la Cascada del Hornillo restan pocos minutos. Una vez alcanzada, bajando por su costado izquierdo, llegaremos a una pista forestal (ya fuera de ruta) que va a dar a un área recreativa junto al puente del río Aceña, en la carretera que une Robledondo con Santa María de La Alameda.