Carlos III encargó este edificio a Juan de Villanueva con la finalidad de servir de «manzana de tiendas» para arrendar a los comerciantes durante las Jornadas Reales.
El edificio tiene planta rectangular, en paralelo a la Casa de los Doctores, resolviendo el desnivel existente respecto a la plaza vecina, llamada entonces de la Verdura y actualmente de Jacinto Benavente.
El frente a la calle Reina Victoria se plantea con un pórtico delantero de veinte columnas que dan paso a una galería cubierta. Los accesos se sitúan en correspondencia con los intercolumnios y se alternan en forma de huecos abovedados y adintelados que se suceden armónicamente.
A finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto va perdiendo su primitiva unidad compositiva y formal, al aumentarse las viviendas, creciendo en altura e incorporando elementos característicos de la época como son los miradores acristalados.